domingo, 24 de abril de 2011

JORNADA DE REFLEXIÓN

Hace poco más o menos 10 horas que ella se ha ido. Y como me suele pasar cada vez que ella vuelve a su ciudad, que no su casa (su casa es ésta :D)... me cuesta quedarme sola... no por la soledad, sino porque como soy de lágrima fácil pues me paso todo el día con el pañuelo en la mano y los ojos llorosos... Cada vez me cuesta más el momento de la separación... cada vez la necesito más... Y han sido nueve días las 24 horas juntas...

Hoy he comido con mis padres: tradición pascual...

Por la tarde me fui con unos amigos a ver una exposición de fotografía de Ruth Matilda Anderson (yo tampoco sabía quién era hasta que llegué a la sala de exposiciones). El caso es que esta norteamericana de origen español se pasó dos años (de 1924 a 1926) en Galicia fotografiando todo lo que le ayudaba a estudiar y comprender cómo era la vida de las gentes... Impresiona ver cómo ha cambiado todo. A mí estas cosas me hacen reflexionar sobre la vida, las costumbres, las necesidades que nos hemos creado los seres humanos con el paso de los años... (Sí, tengo el día muuuuuuyyyy tontorrón: que la echo mucho de menos, coño). Y en el fondo de todo: ELLA. Si es que sólo pienso en compartir no sólo nueves días sino 365 (o 366) con ella... ya falta menos, ¿verdad cosa bonita? ;)

domingo, 10 de abril de 2011

HABLANDO SOLA

Por si había alguien en este país que todavía no se había enterado, vivo sola desde hace varios meses y me va muy bien: tengo silencio cuando lo necesito y ruido cuando me da la gana (así, finamente hablando)... y lo más importante es que mi niña viene más a menudo, lo cual está genial porque así nos vemos más y pasamos muuuucho tiempo juntas...

Pero cuando mi niña no está aquí, ni hablo con ella por teléfono... me descubro a mí misma hablando sola...

Hace unos días mi niña y yo tuvimos una discusión y como no podía desahogarme de otra forma pues me dormía refunfuñando y hablando sola, intentando razonar con alguien (yo misma) el por qué de esa discusión tonta y sin importancia... El caso es que se lo conté a mi niña y se descojonaba escuchando cómo le describía la situación...

Pero ése no fue el único día. Esta tarde estaba estudiando en mi cuarto y había dejado la ventana de la cocina abierta para que se secara el suelo (que una es muy limpia y cuando toca friega). El caso es que apareció en la habitación una mosca cojonera de esas gordas que hacen ruído cuando vuelan (que ya podían hacerlo en silencio) y, claro, me tocaba las narices escuchar ese sonidito de fondo. Abrí la ventana de la habitación y le indiqué -literalmente- el camino para que se fuera. Y la muy cojonera se fue... pero dio la vuelta, entró por la ventana de la cocina y se presentó otra vez en la habitación... Así hasta cuatro veces... y yo abriendo la ventana y diciéndole: A ver, bonita, se sale por aquí... ¡y no vuelvas!

Cuando creía que se había ido para siempre, me fui al salón a buscar un libro y la muy guarra se puso literalmente delante de mis narices...

-Encima te ríes de mí, ¿eh? ¡Te vas a enterar!

Me fui a la habitación, le abrí la ventana, le indiqué el camino, cerré la ventana y me fui corriendo a la cocina a cerrar la ventana... ¡Mano de santo! Solo espero que mañana no me esté esperando en la puerta.

Se lo he contado a mi niña y la muy inocente me dice que me vaya al médico a mirármelo, que eso no puede ser bueno... pero vamos a ver: si vivo sola ¿con quién voy a hablar? ¿con la televisión? hablaré conmigo misma que al menos me escucho y me contesto... ¿no?